Miguel Efraín Parras Salas desde niño tuvo un gusto por el dibujo, todo lo que veía lo plasmaba en sus libretas, en la primaria y secundaria les ayudaba a los maestros a hacer gráficas y mapas, para él, era algo natural que le fluía por su sangre, y sus pequeñas manitas lo hacían realidad en sus cuadernos escolares, en su mente sólo existía el interés por seguir dibujando.
En la actualidad tiene cuarenta años de trayectoria como Caricaturista Político, sus trabajos han sido publicados en diferentes medios de comunicación, tanto en periódicos impresos como digitales y en programas de televisión, es autor del libro “15 años no es nada” con el que celebró sus primeros quince años de carrera. Ha sido merecedor a 12 reconocimientos estatales y tres nacionales, así como premios especiales, sus caricaturas son reproducidas a nivel nacional.
Miguel siempre dibujó, pero cuando vio por vez primera a personas trabajando en un restirador, les preguntó qué era lo que habían estudiado, y cuando le contestaron que arquitectura, dijo que él quería estudiar eso, pero lejos estaba de diseñar planos para hacer grandes edificios, carreteras o casas, él quería seguir dibujando, y al terminar su carrera estaba más enfocado a diseños publicitarios como logotipos de empaques, pero posteriormente tuvo que trabajar en una oficina de gobierno donde era el encargado de los planos catastrales del estado de Tamaulipas de donde es originario, al tener un poco de tiempo, en sus ratos libres hacía trazos a lápiz de los eventos deportivos.
Uno de esos días, se atrevió a llevar su caricatura de deportes al periódico local, la cual fue publicada de inmediato, tres semanas después de seguirle publicando, los directivos lo mandaron llamar para invitarlo a colaborar en el rotativo, haciendo una caricatura de tipo político como un compromiso diario, a lo que les preguntó que de qué se trataba, ellos le explicaron y con eso tuvo para hacer su primer cartoon de tipo político.
Parras se sincera, y confiesa que al principio se le dificultaba, pero luego se dio cuenta que al leer mucho y estar enterado de todo lo que sucedía en la política, se le facilitaba desarrollar los temas, pero nunca permitió que los del periódico le dijeran que caricatura hacer, porque después podía llegar el momento en que ellos le dictaran su trabajo, y eso no estaba en sus planes, pues su creatividad depende de su libertad para dibujar y elegir los temas de interés público, aunque hubo algunas veces que no le publicaron.
El caricaturista cuenta que en aquellos tiempos, los jefes de información y los directivos de los periódicos eran más cuidadosos de que al Presidente de la República, a su esposa, al Secretario de Gobernación o a ciertos personajes no se les podía “tocar”, los dueños de los medios tenían temor de que algo le podían hacer al periódico, o por lo menos era la explicación que le daban a aquel joven Parras para no publicarle ciertos trabajos, su pago era por caricatura publicada, así que cuando no eran publicados, simplemente no recibía su pago.
El originario del Ejido Casa del Campesino, mejor conocido como “La Clementina” del municipio de Llera de Canales en el estado de Tamaulipas, nos cuenta que sus primeras caricaturas profesionales las comenzó dibujando en blanco y negro, en aquel entonces a parte del trazo con lápiz utilizaba unas puntillas especiales para dibujo metálicas, que rellenaba con tinta china. Con el paso del tiempo se apoyó en trazos más grandes, más intensos, rellenos con pincel, pero siempre la tinta china era su marca personal.
Con la llegada de las nuevas tecnologías, usaba esa misma técnica pero posteriormente las escaneaba y en la computadora les empezó a dar color, desde hace varios años utiliza una tableta que cuenta con las herramientas generales que abarca todo lo que el usaba de manera física, la tinta, el borrador, los pinceles, la acuarela, y eso facilita mucho la combinación de formas y colores.
Por Poco y le dan unas Cachetadas
Miguel Parras cuenta que tenía unos 12 años de ser caricaturista, cuando tuvo su único reclamo, que no era del político caricaturizado, si no del hijo del político, quien muy enojado y envalentonado se presentó en el periódico acompañado de dos personas de mal aspecto, afortunadamente Miguel no se encontraba en el lugar y la situación no pasó a mayores, generalmente el acudía a dejar su material y se retiraba, pero en el fondo exclama “seguramente me buscaban para darme unas cachetadas”.
A pesar de las dificultades de su infancia, Miguel nunca se desanimó por seguir dibujando “cuando niño siempre me gustaba dibujar, yo dejaba de hacer tareas por estar dibujando, una vez mi mamá me regañó para que pudiera hacer quehaceres domésticos y me dijo, “ni que de eso fueras a vivir”, pero el caricaturista hoy recuerda la anécdota con cariño y nostalgia, su madre sólo quería que le ayudara a limpiar, ya como profesional siempre tuvo el apoyo de su familia.
Las caricaturas de Miguel Parras se cuentan por colecciones, incluso hay políticos que las tienen enmarcadas en sus casas y oficinas, aunque sean publicaciones de las llamadas “golpeadoras”, las quieren conservar como recuerdo de aquella crítica a sus administraciones, después de 40 años ha logrado retratar la vida política de un país, que ve en la caricatura una forma distinta de reconocerse como sociedad.