La intención de esta reflexión es contrastar aspectos importantes de la llamada “encuestitis” ocurrida en los recientes procesos electorales locales y federales.

En los últimos años, las encuestas han sido parte importante del ambiente político electoral. Los actores políticos y los medios de comunicación presentan con regularidad los resultados de los estudios que contratan, generando escepticismo en el sector de la sociedad que no se identifica con los resultados presentados y, por otra parte, provocando algarabia entre los partidarios de la candidatura que apareció adelante.

Pareciera que la publicación de encuestas es parte de la estrategia de posicionamiento de los partidos y sus candidatos. Sin embargo, la realidad es como es.

El electorado conoce las encuestas difundidas por los diversos medios de comunicación y los propios competidores; incluso, dispone de integraciones estadísticas que le facilitan reconocer el patrón de comportamiento de la intención de voto a lo largo del tiempo y también puede identificar cuales encuestadoras presentan resultados “dentro o fuera” de la tendencia general.


Al finalizar la jornada electoral, los mismos medios de comunicación reportan cuales encuestadoras fueron más certeras respecto a los resultados inmediatos, como los conteos rápidos y el PREP de las autoridades electorales.

Días después, con los cómputos distritales y municipales disponibles, la comparación entre encuestas y resultados continúa realizándose. Así, es momento de plantear una serie de preguntas acerca de la “encuestitis” y aportar elementos que contribuyan al análisis y discusión del tema.


Las encuestas publicadas podrían ser diferentes a las que son publicadas por parte de las partes interesadas en el proceso Electoral como son los candidatos, actores políticos, medios de comunicación y grupos de interés? ¿Las diferencias metodológicas relacionadas al diseño, muestreo y técnicas de levantamiento hacen comparables los resultados de las encuestas publicadas? ¿Las metodologías emergentes son más o menos rigurosas que las metodologías tradicionales? ¿es el costo de la encuesta la que determina la metodología y tecnologías a emplearse?


En tanto se discuten las respuestas a las preguntas planteadas, es conveniente destacar elementos adicionales que podrían enriquecer el debate:


Hasta el momento, las tecnologías de la información han mejorado significativamente las encuestas electorales. Los marcos muestra les son más grandes y accesibles, los costos totales han disminuido y los tiempos de entrega se han reducido. Incluso, no es lejana la generalización de la presentación de resultados en tiempo real.

Habrá que estar atentos a la evolución de la “encuestitis” de los próximos procesos electorales, observando cómo el rigor metodológico se adapta a las tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial.

Suscríbete y Visualiza nuestra Revista Digital

En Electoralia cuidamos tu información personal 

You have Successfully Subscribed!