Pobreza Energética en México – avances reales y retos territoriales

Autor: Electoralia
Categoría: México y el Mundo
Publicación: diciembre 3, 2025
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¿Qué es la pobreza energética?

La pobreza energética no se limita a la falta de dinero para pagar la factura eléctrica; se refiere a la incapacidad de los hogares para acceder y utilizar servicios energéticos adecuados de iluminación, cocción, refrigeración y confort térmico. Diversos factores —ingresos, características de la vivienda, tecnología de los equipos y condiciones climáticas— determinan si un hogar tiene o no estos servicios básicos. En mis análisis empleo un enfoque multidimensional que considera si las familias disponen de aparatos o servicios esenciales (por ejemplo, luz, refrigeración o calentamiento de agua) y de condiciones de confort térmico. 

Conviene subrayar que todos los cálculos aquí presentados se realizaron utilizando la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI, lo que garantiza consistencia y comparabilidad. Esta misma fuente permitió estimar la evolución de la pobreza general en México: entre 2018 y 2024, 13.4 millones de personas salieron de la pobreza, reduciendo la cifra de 51.9 millones en 2018 a 38.5 millones en 2024. Estos resultados, publicados recientemente por el INEGI, muestran un descenso significativo de la pobreza multidimensional en el país, que incorpora tanto ingresos como acceso a derechos sociales como salud, vivienda, educación y alimentación

Cómo se mide la pobreza energética

Parto de la definición pionera de Boardman (1991), quien vinculó la pobreza energética con la incapacidad de un hogar para acceder a servicios energéticos adecuados destinando más del 10 % de sus ingresos. Esta definición fue criticada por su simplicidad, pues no capta las diferencias regionales ni las diversas necesidades de los hogares. Por ello, retomo el Índice Multidimensional de Pobreza Energética (MEPI) propuesto por Nussbaumer, Bazilian y Vijay (2012), que mide la falta de acceso a energía moderna mediante indicadores como cocción, iluminación, uso de electrodomésticos y acceso a entretenimiento y comunicación. El MEPI evalúa tanto la incidencia (cuántos hogares están en pobreza energética) como la intensidad (cuántas privaciones acumulan).

Para adaptarlo a México utilicé la metodología de “Satisfacción de necesidades absolutas de energía” desarrollada por García-Ochoa y Graizbord (2016). Este método identifica seis usos finales de la energía en el sector residencial —calentamiento de agua, cocción de alimentos, refrigeración, iluminación, confort térmico y entretenimiento— y establece una correspondencia entre cada uso y el bien económico que lo satisface: una estufa de gas o eléctrica para cocción, un refrigerador para conservar alimentos, una televisión o computadora para entretenimiento, un foco ahorrador para iluminación, un calentador o estufa para calentar agua y un ventilador o aire acondicionado para confort térmico.

En climas templados, un hogar se considera en pobreza energética si carece de al menos uno de estos cinco bienes básicos. En regiones de clima cálido se añade el confort térmico como sexto bien, porque la capacidad de mantener la temperatura dentro de la vivienda es fundamental para la salud y la productividad. Para determinar dónde se necesita confort térmico, aplico el criterio de Howell, Harry y William (2005) y de los estándares ASHRAE: clasifiqué los municipios según el sistema de climas de Köppen y consideré que requieren ventilación activa aquellos con temperatura máxima promedio mensual superior a 26 °C. Esta clasificación se realizó a escala municipal, lo que mejora la precisión respecto a análisis previos que se basaban en promedios estatales. Utilicé los datos del Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la ENIGH para identificar la posesión de cada bien.

El índice resultante es simple: sumo valores binarios de cada bien (1 si se posee, 0 si no). En climas templados un hogar sin al menos uno de los cinco bienes se considera pobre en energía; en climas cálidos, se añaden ventilador o aire acondicionado. Aunque se trata de un índice sintético, permite caracterizar la pobreza energética con un único valor y mapearla espacialmente.

“La pobreza energética en México ha caído a la mitad en una década, pero el desafío sigue siendo territorial: calor, ruralidad y desigualdad aún definen quién accede a la energía”

1Boardman, B. (1991). Fuel Poverty: From Cold Homes to Affordable Warmth. Belhaven Press.

2Nussbaumer, P., Bazilian, M., & Vijay, M. (2012). Measuring energy poverty: Focusing on what matters. Renewable and Sustainable Energy Reviews, 231-243.
3Garcia-Ochoa, R., & Graizbord, B. (2016). aracterización espacial de la pobreza energética en México. Un análisis a escala subnacional. Economía, sociedad y territorio, 289-337.


Evolución de la pobreza energética en México (20122024)

Según mis cálculos, la pobreza energética se redujo de 36.7 % de los hogares en 2012 a 17.55 % en 2024, es decir, casi se ha reducido a la mitad. Esta caída coincide con la mejora de ingresos y la expansión de la electrificación, lo que permitió que más familias pudieran adquirir electrodomésticos y pagar servicios. 

 4Howell, R., Harry, S., & William, C. (2005). Principles of Heating, Ventilating, And Air Conditioning: A textbook with Design Data Based on 2005 AShrae Handbook – Fundamentals. Atlanta: Amer Society of Heating.

La mejora se refleja en varias dimensiones de la pobreza energética:

“La iluminación dejó de ser una carencia: menos del 0.01 % de los hogares carece de luz eléctrica.”

La siguiente gráfica resume la evolución de estas dimensiones:

¿Dónde persiste la pobreza energética?

Las mejoras no se distribuyen uniformemente. El análisis espacial muestra que los municipios con mayores índices de pobreza energética se concentran en el sur —especialmente en Oaxaca y Guerrero— mientras que los estados del norte y centro presentan niveles mucho más bajos. Entre los 15 municipios con mayores índices hay una diversidad geográfica, pero dominan las regiones rurales y con climas cálidos.

Pobreza energética en México a nivel municipal 

En 2024, el análisis por tamaño de localidad y clima revela diferencias consistentes en los niveles de pobreza energética. En climas cálidos, las localidades más pequeñas (menos de 2 500 habitantes) alcanzan un promedio de 2.229, mayor que en localidades grandes (2.198 en centros urbanos con más de 100 000 habitantes). En contraste, en climas templados, las localidades con menos de 2 500 habitantes registran 1.579, cifra superior al promedio observado en ciudades grandes (1.563) y medias (1.451). Estos resultados confirman que las comunidades rurales, aun en contextos distintos de clima, mantienen una mayor vulnerabilidad energética frente a las localidades de mayor tamaño.

“El confort térmico es el principal rezago: 9 de cada 100 viviendas en climas cálidos aún lo padecen.”


Factores detrás de la reducción de la pobreza energética

  • Expansión de la electrificación y subsidios a tarifas. En la última década se intensificó la electrificación rural y se mantuvieron subsidios a la tarifa doméstica de bajo consumo, lo que redujo la carencia de iluminación y permitió que más hogares adquirieran refrigeradores y ventiladores.
  • Incremento del salario mínimo y programas sociales. La mejora del ingreso laboral y las transferencias directas facilitaron la compra de electrodomésticos y combustibles. Esto explica la reducción en cocción de alimentos y refrigeración eficiente.
  • Programas de vivienda social y mejoramiento de viviendas. Diversos programas federales y estatales apoyaron la ampliación o mejora de viviendas, incluyendo la instalación de techos y muros térmicos. Estas acciones inciden en el confort térmico.
  • Tecnologías eficientes. La masificación de lámparas LED, refrigeradores de bajo consumo y estufas de gas ha sido crucial. La pobreza en iluminación se ha abatido gracias a la adopción de tecnologías LED. La disminución en refrigeración eficiente y confort térmico coincide con la expansión de aires acondicionados y ventiladores en climas cálidos.
  • Aun así, persisten obstáculos: el alto precio de calentadores solares y de gas impide que la carencia de agua caliente disminuya significativamente, y la medición de entretenimiento no considera que muchos jóvenes utilizan teléfonos móviles y consolas portátiles. Además, las redes eléctricas en zonas rurales presentan fallas y voltaje insuficiente, y la geografía accidentada complica la construcción de infraestructura. 

“El confort térmico es el principal rezago: 9 de cada 100 viviendas en climas cálidos aún lo padecen.”


Retos y recomendaciones

  • Focalización territorial y climática. Las desigualdades se concentran en municipios pequeños y en climas cálidos. Se necesitan políticas diferenciadas que combinen subsidios, infraestructura y educación energética, y que prioricen a los hogares con menos de 2 500 habitantes.
  • Mejora del confort térmico. Este sigue siendo el principal rezago energético. Se requieren programas de aislamiento de viviendas, techos fríos, sombras y zonas verdes que reduzcan la necesidad de climatización, así como incentivos para adquirir equipos de aire acondicionado eficientes.
  • Revisión de la medición de “entretenimiento”. Dado que el indicador actual no captura el uso de smartphones y videojuegos, se propone actualizar la definición para reflejar el acceso a tecnologías de información y comunicación actuales. Ello permitirá diseñar estrategias para cerrar la brecha digital.
  • Sinergias con la política social. La reducción de la pobreza energética está vinculada al aumento del ingreso y a la transferencia de recursos. Programas como la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores o el apoyo a personas con discapacidad deberían incluir componentes de eficiencia energética y mejoras de vivienda.
  • Educación y cultura energética. Es importante capacitar a las familias en el uso eficiente de la energía, fomentar la reparación de equipos y promover comunidades energéticas que compartan recursos renovables. Esta educación puede disminuir el gasto y reducir la carga sobre las redes eléctricas.
  • Coordinación institucional. La medición de la pobreza debe realizarse de forma armonizada entre el INEGI y el Coneval para evitar confusiones. Asimismo, la política energética debe coordinarse con la política social y urbana a nivel federal, estatal y municipal.

Conclusión

La pobreza energética en México ha disminuido de manera notable durante la última década: de 2012 a 2024 el porcentaje de hogares afectados cayó de 36.7 % a 17.55 %. Este progreso va de la mano con los recientes datos de pobreza multidimensional del INEGI, que señalan que entre 2018 y 2024 13.4 millones de personas salieron de la pobreza, reduciendo la cifra de 51.9 millones en 2018 a 38.5 millones en 2024. 

Estos avances reflejan el buen desempeño de las políticas públicas: mejoras en los ingresos, expansión de electrificación y subsidios, y el impulso de tecnologías eficientes que contribuyeron significativamente a aliviar carencias como iluminación, refrigeración y confort térmico. No obstante, persisten desafíos territoriales importantes: las localidades pequeñas, el sur del país y los climas cálidos siguen mostrando brechas significativas, sobre todo en confort térmico.

Para mantener la tendencia descendente, se requiere un enfoque integral y focalizado que combine mejoras en infraestructura energética, apoyos para tecnologías eficientes, vivienda digna y estrategias climáticas. Solo así se puede asegurar que esta reducción beneficie por igual a todos los rincones del país y que la justicia energética se vuelva una realidad duradera.


Autor: Edgar Ivan Faustino Cruz

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